martes, 29 de octubre de 2013

El Lou Reed, tío.

Era una madrugada del viernes al sábado en los 90's y me tocaba echar una mano en el pub que regentaba mi amigo A.G.F. El equipo de música del que me hice cargo esa noche se basaba en una doble pletina de cassette, por lo que las mezclas brillaban por su ausencia. Vamos, que iba a piñon fijo. Yo ya tenía ganas de irme y en ese aspecto suelo ser bastante expresivo, pues por la mañana me tocaba abrir el negocio familiar y no me quedaban muchas horas de descanso. Pero cuando ya cantaba victoria, la voz de una una mosca de bar empezó a susurrar "el Lou Reed, Tío el Lou Reed". Los susurros pasaron a repetirse como un disco rayado y subir en intensidad de volumen y en peste de su aliento a alcohol. Mientras, A.G.F. se descojonaba de la escenita. No aguantaba aquel "tío" sin ninguna intención de moverse de allí con el culo de un cubata aguado por los cubitos ya fundidos en su mano. La música de Lou era perfecta a esas horas de la noche, pero tuve que ser implacable y pulsar el stop de la vieja pletina. Buenas noches y buen viaje, viejo Lou.